Queríamos comenzar este nuevo ciclo intentando desmitificar algunas afirmaciones históricas sobre higiene y sobre todo resaltar que hay seres vivos que, aún siendo tachados de “poco higiénicos” , haciendo un zoom sobre su cotidianidad y costumbres nos sorprendería lo erróneo de esas afirmaciones.
Para comenzar el gran paradigma de todo ese tinglado, el CERDO.
Para un ESCRUPULOSO, sólo su mención ya suscita repugnancia y algo más; pues bien, el cerdo debe a su mala fama sus enormes problemas de piel, tiene que embarrarse para protegerse del sol y para desparasitarse. Claro, la pregunta es: ¿ y qué pasa con hacerlo en su propia orina y heces?. La respuesta es sencilla, el espacio del que dispone.
Esto puede darnos una pista. El cerdo cuando está en periodo de lactancia, aún a riesgo de perder la ubre ganada a pulso, cuando tiene necesidad de miccionar, se retira a una zona apartada de donde come o habita.
Advertencia: No comparar con algún ser humano de vivienda escueta, que en tiempos de crisis justifica su conducta higiénica con el consabido: ¡¡¡ Claro, es que no tengo espacio!!!
Dicho queda.